Los
tornillos desnucados soportaban el estante de macetas. El farol colgaba degollado
del techo rajado. La jaula vacía tensaba la cuerda del ojal. Unas nubes
aplastaban el cielo. El niño dormía atado al hilo de hombros
vencidos. La luna retenía su brillo
panza abajo. La madre, asomada a la baranda, no tenía fuerzas para sostenerlo.
No tenía fuerzas para soltarlo.
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