28/9/15

Ocaso

Tengo un vago recuerdo del día en el que llegué. Eran pasadas las seis de la tarde. Di unos aplausos y nada. Después apareció Vicente, algo amodorrado, y me mostró el lugar. Recuerdo las distintas tonalidades de verdes del parque, una atmósfera silenciosa, el velo del ocaso y una fuente en el  fondo, mientras él, de bigotes entrecanos y los dientes chuecos, me explicaba el funcionamiento de la casa. No presté especial atención, pero estaba seguro de haber visto una estatua sobre la fuente. Durante los días sucesivos miraba en esa dirección con la esperanza de que no se tratara de un error de mi memoria o un engaño de los sentidos. Paseaba y la buscaba no sólo allí, sino detrás de cada arbusto que se movía por el viento, como causa de cada graznido inesperado.

No hay comentarios: