23/12/13

La necesidad de un final

Diciembre pasa y la gente camina y roza su piel transpirada contra otros brazos, otras pieles. El asfalto hierve y la brea se ablanda. Una coca-cola se eleva haciendo un recorrido en miniatura, como una maqueta de un lanzamiento al espacio, para luego cambiar de dirección y caer de lleno en la boca de un turista. Por debajo de la Avenida Corrientes el subte B pasa lleno y la gente va cargada de estrés y gotas de transpiración en la frente que no pueden enjugar, porque les es imposible liberar sus brazos. Todos los cuerpos encimados unos contra otros. Cuellos quietos y los ojos oscilando hacia uno y otro lado. Todo húmedo. El tren frena, permiso, permiso, bajo, permiso, cuidado, perdón, señora, ¡dejen bajar! La gente, chocándose entre sí, se vuelve a reubicar con el cierre de las puertas y el tren arrancar otra vez. Ese orden, o desorden, se mantendrá estático por el próximo minuto. Cuide sus pertenencias hay amigos de lo ajeno, cuide sus pertenencias, y me dijo que me callara enfrente de todos, ya no se puede así, trabajar ahí, con el frío que hace, el aire acondicionado al palo y nadie le dice nada. Estación Pueyrredón, cuidado, permiso, permiso, bajo, permiso, cuidado, perdón, señora, ¡dejen bajar! Miradas evidentes se cruzan entre un chico y una chica, no se hablaban con palabras, se decían muchas cosas de las que no se hacían cargo, ni siquiera sabían que estaban hablando, que estaban diciendo algo, insinuándose. En el techo propagandas disfrazadas de navidad. Una señora con el ceño fruncido reprobando a un chico alto, flaco, con unos grandes aros que le ahuecaban ambos lóbulos. Estación Pasteur. El tren frena, permiso, permiso, bajo, permiso, cuidado, perdón, señora, ¡dejen bajar! La gente, chocándose entre sí, se vuelve a reubicar con el cierre de las puertas y el tren arrancar otra vez. ¿Qué querés de regalo? ¿Un Max Steal? ¿Qué es eso? Ella se fue de vacaciones en el peor momento, dejando todo por la mitad y la otra que la autoriza, no es eso, la cosa pasa por otro lado, no se puede jugar con línea de tres, pero tampoco con esos cuatro muertos, no los conoce nadie y van al mundial. Estación Callao. El tren frena, permiso, permiso, bajo, permiso, cuidado, perdón, señora, ¡dejen bajar! ¡Dejen bajar! Grita un hombre robusto, medio panzón y pelado que llevaba un carrito con unas cajas aparentemente muy frágiles. Dejate de joder pelado, le dice uno. Tomate un taxi, boludo. El pelado baja rojo como un tomate puteando a todos. Así, bajate, puto. No vuelvas. Estación Uruguay: El tren frena, permiso, permiso, bajo, permiso, cuidado, perdón, señora, ¡dejen bajar! La gente, chocándose entre sí, se vuelve a reubicar con el cierre de las puertas y el tren arrancar otra vez. Estación Carlos Pellegrini: combinación con líneas C y D. Una masa importante de gente se abalanza para salir por la puerta y ganar prioridad en la escalera mecánica. El tren ya era otro, aliviado. El problema sigue en los túneles, donde la multitud continúa su marcha para subirse a nuevos tres y nuevas peleas. Todo, un 23 de diciembre por la mañana, esperando la navidad. 

2 comentarios:

Camel dijo...

Me gustó lo de la coca-cola. Tiene las músicas de Odisea 2001, un vals trayecto arriba y un poema sinfónico violento abajo.

PAR dijo...

Las vísceras de las sonrisas, los entre telones de la comedia, el truco de la magia.