23/11/12

Lo chancho y lo equino, las hormigas y el delfín


En la metáfora veo la forma de nuestra mente, hecha de hallazgos y cuerpos extraños, de iluminación y adulteraciones.
¿Cómo explicarla, sino porque es nuestra?
Encontramos lo porcino en las facciones de un amigo, o mucho de caballo en la cara de aquella señora.
Los límites, o hábitos, son claros: nadie nota la particular eduardez en el rostro de ese cerdo, que come ansioso entre los otros, ni la peculiaridad de aquel potro, que va al paso con expresión tan a lo Gutiérrez.
¿Comentan dos hormigas, en voz baja, o moviendo con disimulo sus antenas, la oruguidad de una tercera?
¿Se encuentra ese delfín –¿y se enternece?– con la mirada curiosa de su cría en los ojos del pequeño, perdido calamar?

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