18/9/13

Vida cotidiana

     Dos señoras esperaban el colectivo en una parada. Una de ellas, dramática, se quejaba, mi hijo no me come. Tenés suerte, el mío sí, le responde la otra, con una mirada lúgubre. Y le muestra el tercio de brazo que le quedaba con un muñón en la punta. Luego ambas se miraron y comenzaron a gritar y a correr despavoridas en círculos.

3 comentarios:

PAR dijo...

Esto es como meter dos pesos en el bolsillo de una campera que casi no usás, volver a ponértela varios meses después y encontrar un buen vino.
No sé por qué esperaba más de un conductor internacional que se va a conquistar el Imperio Romano.

F.G. dijo...

Todo en este blog es vandalismo, usura, avaricia y chantaje... tardé en entenderlo. Pero ya aprendí.

PAR dijo...

Pero siempre cuidando las formas. Me extraña de un archiduque...