Dos señoras esperaban el colectivo en una
parada. Una de ellas, dramática, se quejaba, mi hijo no me come. Tenés suerte,
el mío sí, le responde la otra, con una mirada lúgubre. Y le muestra el tercio
de brazo que le quedaba con un muñón en la punta. Luego ambas se miraron y comenzaron
a gritar y a correr despavoridas en círculos.
3 comentarios:
Esto es como meter dos pesos en el bolsillo de una campera que casi no usás, volver a ponértela varios meses después y encontrar un buen vino.
No sé por qué esperaba más de un conductor internacional que se va a conquistar el Imperio Romano.
Todo en este blog es vandalismo, usura, avaricia y chantaje... tardé en entenderlo. Pero ya aprendí.
Pero siempre cuidando las formas. Me extraña de un archiduque...
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