Pinta el mundo y pintarás tu aldea
Probabilidad
La
historia irremediablemente comienza, aunque en un principio un tanto ambigua y
deliberadamente misteriosa, la historia comienza. Es el inicio porque aunque empiece
desde el final, antes del inicio no hay nada, entonces es un inicio y punto. Y
a esta altura ya hay indicios de ontología difusa, una insinuación de lugar, un
aire de época. Hay cosas primero vagas, luego relación entre esas cosas, hay
causas y efectos, hay de pronto cosas agrupadas en un estado de cosas. Y ya de golpe deviene un desequilibrio, porque
si no, no es una historia, es una postal. Sobre todo, hay un guiño a
situaciones similares, una postura frente al género al que pertenece la
historia.
Entonces
se transitan caminos insólitos, bien por la novedad, bien por la sorpresa de
transitar un camino ya transitado, con un aire ya inocente, ya culpable, ya
escandaloso, ya todo lo que de transitar caminos se trasunte. Y tan luego una
sucesión de obstáculos ingeniosos, aunque cuanto más previsible, mejor, puesto
que da una cierta idea en la medida en la que llega un momento más o menos
relativo. Es el tiempo ineludible de las definiciones.
Y
tan lueguito el final, así, abrupto o casi, abrupto pero con aviso, pero
definitivamente porque de golpe la carambola final trae las sombras de lo ya
contado, vuelve a contar desde el principio pero ahora los gestos y algunas
actitudes cierran como en un círculo, claro, y algunas distracciones no cierran
pero bueno, qué importa, si ya terminó.
No hay comentarios:
Publicar un comentario