28/10/17

Entender de golpe

La luna sobre el río no alivió su pesar, su presencia brillante era de una indiferencia de siglos. Tiempo perdido y cruel en el banco, hasta que asuntos más concretos lo reclamaron, lo salvaron. Caminó largo rato hasta encontrar una estación de servicio. Todavía en pena lánguida los primeros pasos, urgidos y firmes los últimos.
Abrió la puerta del baño con la ferocidad de quien entra al infierno sin miramientos a buscar lo que le fue arrebatado.
Tuvo una revelación. El brillo de transpiración sobre la tabla del inodoro que vio mientras se subía los pantalones, que ni siquiera debió secar con papel higiénico porque ya se evaporaba la frágil memoria de su último gesto: el culo apoyado pesadamente y haciendo lo que tenía que hacer y dejando ser y dejando ir por abstractas cañerías en una búsqueda siempre perdida.

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