28/3/12

Pared blanca


            Estoy sentado mirando la pared. La pared es blanca, casi tan blanca como una pared blanca, aunque interrumpida por líneas. Las líneas no tienen un color definido, o acaso no recuerdo ese color. Son líneas oscuras. Cuando las vi por primera vez, ¿cuándo las vi?, esto fue hace mucho, horas, días quizás, no estoy en condiciones de determinarlo. También me distraigo y me cuesta retomar los hilos de lo que pienso, así como me resulta difícil ahora concentrarme en las líneas de la pared. Eso, las líneas. Al principio las veía bien, seguía el curso de la línea fuerte sobre la pared blanca. Ahora me es imposible decidirme en los cruces, no bien intento seguir una sola línea, ya estoy atento a las líneas que cruzan, y a las que se van cruzando más lejos, entonces ya no sé cuál de todas es mi línea en la pared y no puedo fijar la mirada. Sólo puedo ver una grilla más o menos estable en el blanco de la pared. Entonces miro en el medio de los cuadrados blancos, pero para acertar el centro exacto debo tener en cuenta sus lados, y otra vez se resbala mi atención, por más esfuerzo que haga, hasta los bordes blancos, al lado de las líneas oscuras, y otra vez ya no sé cuál es mi borde. Estoy mirando una pared cuadriculada, y me aburro.
            Entra una mujer blanca. Perdón, una mujer con guardapolvo blanco, más blanco que la pared. Tiene las manos del color de la piel. ¿Tenía un nombre ese color? Verde, marrón, es inútil, me marea. Tengo el impulso de nombrar, de asociar, de comparar, pero no recuerdo nada. Aunque si me esfuerzo... pero todo lo que sé está desnudo, se le cayeron las palabras, entonces más que desnudo está suelto, no tengo de dónde agarrarlo. Y cuando se me escapan las cosas. Me duele la cabeza.
-¿Te sentís bien?
-Sí, un poco mareado.
-Seguro que estabas mirando los azulejos otra vez. Te dije que descanses. Mañana ya te vas para tu casa.
            

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